sábado, 29 de marzo de 2008

Ruinas de Londres y Buenos Aires

En Guipúzcoa se contaban más de cien caseríos bautizados con nombres de lugares remotos. Hay (o había) caseríos llamados Caracas, Habana, Gibraltar, Tetuán, Tánger, Argel (Argel-haundi, Argel-txiki y Argel-etxeberri), Túniz, París, Rodas, Sebastopol, Alejandría, Esparta, Ebro, Toledo, Algarbe o Madriltxo. El más repetido era nada menos que Babilonia: al menos seis caseríos se llamaban así (hoy en día existen caseríos Babilonia en Oiartzun, Usurbil y Albiztur). Aquí hay materia prima para un reportaje.

Esta mañana caminaba por las laderas de Mitxitxola -una pequeña cumbre herbosa del monte Jaizkibel- cuando me he topado con las ruinas de Londres.




(Foto 1: Londres en ruinas. Foto 2: cumbre de Mitxitxola -con un ovni de arenisca posado en la cumbre- vista desde la cocina de Londres).

Entre las ruinas aparece una placa metálica, colocada en 2005 por los miembros de la asociación cultural y deportiva Itsas Mendi, que recoge los versos que un tal Ikur dedicó al caserío en 1933.

Toki berexi baten daukagu / Londres baserri ederra / baserri au egin zanean / non ote zegoan euzkera /andre alargun baten gañ / bertako gora bera / esne arrantza ta berdura / badarki aski saltzera.

(Traducido a botepronto, sin respetar rimas ni métrica: "El hermoso caserío de Londres se levanta en un sitio peculiar. Cuando se construyó este caserío, dónde estaría el euskera. Una viuda se encarga de hacer las tareas. Trae leche, pescado y verduras para vender).

Más adelante, en una pradera asomada a los acantilados de Grankanto, me he encontrado con las ruinas de Buenos Aires (un caserío al que también llamaban Bonazaitza), mucho más antiguas y casi desaparecidas.



Aquí también hay otra placa metálica con versos, esta vez compuestos en el mismo 2005 -cuando colocaron la placa- por un tal Joseba:

Hemeretzigarren gizaldian / betirako txikitua / Bonazaitza baserriak ez du / berriz emango fruitua / Gerretan ohikoa den bezala / edozein antzutua / Bonazaitza erreka, eutsi! / inguru hau piztua.

(A botepronto: "Destruido para siempre en el siglo diecinueve, el caserío Bonazaitza no volverá a dar fruto. Como ocurre en las guerras, todo queda esterilizado. Arroyo de Bonazaitza, mantén con vida este rincón").

Gugleando un poco he leído que estos caseríos costeros fueron expropiados por el Ejército, cuando militarizó las laderas de Jaizkibel (y las quemó unas cuantas veces durante sus maniobras). No tengo más fuentes para regar el reportaje. Esta mañana he preguntado a la guardiana del lugar -la de la foto- si realmente hubo alguna guerra, como dicen los versos, y quién destruyó Buenos Aires. La guardiana ha rumiado un poco la respuesta y me ha dicho: ¡Maaaaaa!

viernes, 28 de marzo de 2008

Un encuentro aceitoso

Una mañana visitamos las ruinas de la inmensa ciudad romana de Volúbilis (cerca de Fez, Marruecos). Allí vimos una rueda de molino con la que los romanos trituraban las aceitunas.

Esa misma tarde, en una aldea a pocos kilómetros de Volúbilis, encontramos a una familia que trabajaba con la mismísima tecnología de hace dos mil años.

Nos acercamos a saludar y enseguida sacaron un plato con dos dedos de aceite y una hogaza para que mojáramos en él. Luego llenaron una botella de plástico con litro y medio de aceite y nos la dieron. Quisimos pagarla, pero como no querían aceptar ningún dinero, les regalamos unas camisetas y unas botas viejas que llevábamos en el coche. Una de las mujeres hizo en el momento una gran tortilla y nos aculillamos en corro para comerla a ocho manos.


Nos acordamos mucho de Antonio, el hombre mejor lubricado del mundo (1 y 2).

martes, 25 de marzo de 2008

Los pequeños guardianes del mundo (1): Xabier Cabezón


Admiro a personas como Josetxo Mayor, Javier Etxepare o Xabier Cabezón. Han escogido un pedacito de este mundo y dedican sus esfuerzos, su tiempo y a veces hasta su dinero para cuidarlo, mimarlo, protegerlo. Trabajan en silencio, tratan de arreglar los abandonos o los destrozos que hieren sus pequeños territorios, se afanan por prepararlos para que otros visitantes y caminantes puedan disfrutarlos. En vez de quejarse, madrugan y se echan al monte con una azada, una hoz o un gps. Ninguno espera a que llegue una subvención para moverse.

Me fascina ese empeño generoso y callado, ese amor por el mundo. Josetxo Mayor lleva veinte años subiendo al monte Ulía para limpiar los viejos caminos y abrir nuevos. Allí está todos los días del año -salvo el primero de cada mes, ya explicaré el motivo-, de siete a diez de la mañana, llueva, nieve o truene. Javier Etxepare ha construido más de doscientas fuentes en las montañas de Álava, para que los cazadores, los seteros y los excursionistas nunca pasen sed. Y Xabier Cabezón lleva más de 30 años rastreando los rincones remotos del valle de Leitzarán y los documentos más polvorientos para recuperar la historia de sus minas, ferrerías, molinos, trenes y puentes, y para intentar frenar los destrozos que se están comiendo medio milenio de historia guipuzcoana.

Xabier ha descubierto ruinas de las que no se acordaba nadie, como las vías de un tren minero o unas bocaminas y unas galerías borradas de la historia, ha dibujado planos de las viejas ferrerías, ha escrito informes exhaustivos sobre los restos desperdigados por el valle. Y mantiene una página web que es la Biblia del Leitzarán, en la que ofrece toda esa información y muchas sugerencias para paseos y visitas. Por si fuera poco, hace un par de semanas también puso en marcha un blog sobre el Leitzarán.

En el blog repite una vieja denuncia que nadie atiende: hace un año, la empresa propietaria de una central eléctrica destrozó la ferrería de Plazaola, una de las más antiguas del valle (aparece en documentos de 1415 y para entonces ya llevaba tiempo funcionando) y la mejor conservada hasta entonces. La ferrería está protegida por la ley (es zona de presunción arqueológica). Xabier informó del destrozo a la sociedad de ciencias Aranzadi y después pasaron el aviso al departamento de Cultura de la Diputación de Guipúzcoa. La Diputación no ha respondido ni ha movido un dedo. Un año más tarde, la ferrería sigue destrozada y medio sepultada por las excavadoras de la empresa hidroeléctrica.

El verano pasado escribí un reportaje sobre Xabier y la memoria en derribo del Leitzarán, que podéis leer aquí. En la foto aparece Xabier con su hijo Unai, que sigue los pasos de su padre y pronto nos ayudará en un pequeño reportaje para la tele. Posan ante uno de los muros de la ferrería de Plazaola que quedan en pie, devorados por la vegetación como una ruina camboyana.

sábado, 22 de marzo de 2008

Poesía


"Y en el centro de la bahía, la inmóvil isla de Santa Clara", escribió el alumno. Intenté explicarle por qué sobraba el adjetivo. Y me respondió a media voz: "Ya, pero es que yo suelo escribir poesía".

Poesía, poesía.
Yo poesía un gato,
pero se escapó
el muy perro.

(La foto la encontré aquí)

viernes, 21 de marzo de 2008

Bahía de piratas y brujas



Un rincón bastante olvidado de Hendaia: la bahía de Loia. Se sabe que esta ensenada rocosa albergó el primitivo puerto de los hendaiarras, porque consta que en 1680 los marinos hondarribitarras vinieron aquí y robaron dos barcos. La víspera, los hendaiarras habían matado a un hondarribitarra de un arponazo.

También se dice que en este paraje se reunían dos o tres mil personas para celebrar los akelarres más multitudinarios del País Vasco. El recuento quizá se hacía con el mismo método con el que algunos cuentan ahora manifestantes. Al margen de las estimaciones, hay un hecho: la Inquisición quemó a una joven de un caserío cercano, acusada de bruja.

En la segunda foto, Francis y Óscar se asoman a Loia, enmarcados por los postes que aún se emplean en cierto oficio litoral (adivinanza facilita).

Lápidas en el mar

En francés, a estos peñascos de Hendaia se les llama Les Deux Jumeaux (las dos gemelas).

La leyenda dice que las dos rocas fueron lanzadas desde la cumbre de Peñas de Aya por los gentiles (los seres gigantescos que habitaban el País Vasco antes de la llegada del cristianismo).

Los marineros de Hendaia y Hondarribia tenían otro nombre para los peñascos: Dunbarriak (las piedras de la tumba, las lápidas), porque las corrientes arrastraban a los barcos hasta esas rocas y los estrellaban. Hoy nos hemos acercado con la marea baja, cuando la Dunba Zabala (tumba ancha) y Dunba Luzia (tumba larga) no son islotes sino peninsulitas.



miércoles, 19 de marzo de 2008

Feliz José

Si la Guardia Civil de Algeciras sospecha de los frecuentes viajes a Marruecos de un roñoso y descolorido Opel Kadett con matrícula de San Sebastián, puedo aportar estas dos fotos para aclarar los verdaderos motivos de su conductor.

Las fotos fueron tomadas en la primera tarde que el conductor del Opel Kadett pasó en Marruecos, el 3 de enero de 2007. Propongo título y subtítulo: "La felicidad. Josema descubre que en Tánger se puede comer por un euro".





Desde entonces, en trece meses Josema ha viajado tres veces a Marruecos y una a Túnez.

En la festividad de San José, deseo a todos los Josés y los no Josés que disfruten de felicidades como ésta un puñado de veces al año.

PD: Un José que hoy cumple años.

domingo, 16 de marzo de 2008

Humor viajero

El humor es un recurso excelente en los libros de viajes. Refresca el relato, engancha al lector, ayuda a ver algunas esquinas insólitas de la realidad. Pero el humor es mucho más que un recurso literario. Es una actitud del viajero, una actitud preliteraria.

En los viajes se produce un fenómeno muy interesante. Nos cambian el contexto habitual, nos convertimos en un elemento absurdo dentro del paisaje y va cristalizando una conclusión: si todo lo que nos rodea es raro, quizá lo raro seamos nosotros. En Yibuti, Coober Peddy o Astracán somos como el conductor del chiste, el que se queja de que todos van en dirección contraria. No es fácil aceptarlo.

Y algunos escritores no lo encajan bien. Describen esas realidades ajenas con cierta superioridad -hay quien llega al desprecio, como ya vimos hace unos días-. Otros son más respetuosos y aceptan el desconcierto como parte del juego. A mí me encantan los que en determinados momentos saben mirarse a sí mismos y consiguen verse en su plena y radiante ridiculez.

Como digo, esa actitud es previa a la escritura. Nada más llegar a un país remoto, es probable que el policía de la aduana te toree hasta sacarte un par de billetes, que un taxista te time descaradamente, que en el hotel te den un cuartucho y una cena infame. Puede que en los primeros días los vendedores agobien a cada paso, que los camareros hinchen las cuentas, que pagues un precio considerable por una camiseta conmemorativa de la fiesta nacional... y que al minuto te des cuenta de que las están repartiendo gratis a todo el mundo menos a ti. Está claro: te toman por tonto.

Puedes hacer dos cosas. Una: avinagrarte, maldecir ese país indecente y a sus insoportables habitantes y vivir con amargor lo que queda de estancia horrible. Dos: aceptar la verdad. Si te toman por tonto, es porque allí tú eres tonto.

Si eres capaz de optar por la segunda opción, las puertas empezarán a abrirse. Poco a poco identificarás a los gorrones y los vendemotos, sabrás deshacerte de ellos sin pasar malos tragos, conocerás a la gente interesante y buena del país. Y así irán apareciendo las historias más interesantes, el material para escribir un buen reportaje o un buen libro, y podrás contar algo más que tu enfado. ¡Paciencia y serenidad!

Por eso el buen humor es un requisito previo. Para viajar bien antes de escribir bien, el primer paso consiste en aceptar que eres tonto. Es decir: humildad.


Luego, en la escritura, los tonos pueden ser muy diferentes. Puede que el humor no aparezca por ningún lado; puede que sea un humor suave, latente, apenas un barniz de ironía fina; o puede desembocar en la carcajada.

Acabo de leer El antropólogo inocente (Anagrama), un libro muy divertido que ya lleva veintiuna ediciones en España. Su autor, el inglés Nigel Barley, pasó dos años viviendo con los dowayos, una tribu de Camerún, para estudiar sus creencias y sus costumbres. Además de su trabajo académico, Barley escribió este libro para relatar la vida marciana que llevó en esa remota región de África, la realidad torpe y chapucera que se esconde tras las pomposas investigaciones antropológicas (calcula que sólo pudo dedicar a las investigaciones el 1% de su tiempo con los dowayos: la vida allí tiene otras exigencias más perentorias) y las tronchantes relaciones con los nativos, que se ríen sin parar de ese blanco tan ignorante y tan metepatas.

Barley no deja de hacer el ridículo. Cuando intenta ser amable, dice las cosas más ofensivas que un dowayo pueda imaginar. Por culpa de su precario manejo del idioma local, pretende anunciar ante el consejo de sabios que abandona la reunión porque debe ir a guisar carne y en realidad anuncia que debe ir a copular con el herrero. Y le suceden historias como ésta, con una mujer llamada Mariyo:

"Mariyo vivía justo detrás de mi choza y no podía evitar oír las incesantes series de pedos, accesos de tos y ensordecedores eructos que salían de su casa por la noche. Sentía mucha simpatía por ella, pues me parecía que sus entrañas estaban tan poco preparadas para vivir en el país Dowayo como las mías. Un día se lo comenté a Matthieu [el ayudante local de Barley], que soltó una risotada y salió corriendo a contarle mi último despropósito a Mariyo. Un minuto más tarde me llegó otra risotada desde su choza y a partir de ahí pude seguir el recorrido del cuento por toda la aldea a medida que la histeria iba pasando de choza en choza. Matthieu regresó por fin, llorando y debilitado de tanto reír. Me condujo a la vivienda de Mariyo y señaló una choza pequeña que había justo detrás de la mía. Dentro estaban las cabras. Como lego que era en lo relativo a esos animales, desconocía lo humanas que sonaban sus detonaciones".

Barley también se ríe -y muy a gusto- de algunas actitudes, supersticiones y reacciones asombrosas de los dowayos. Pero no ofende: porque Barley ha aceptado su papel como tonto del pueblo y se ríe de sí mismo ante los dowayos y ante los lectores, porque su cachondeo es el que se traen los amigos que saben tomarse el pelo unos a otros sin perderse el respeto, y porque asume una verdad incuestionable: que todos compartimos una capacidad extraordinaria para la estupidez.

PD: Otras joyas del género viajero-cachondeístico: En las antípodas, Historias de un gran país (ambas de Bill Bryson: el campeón de la categoría), En los confines del mundo (Lawrence Millman), Julio Camba... ¿Se os ocurren más?

viernes, 14 de marzo de 2008

Mudanza (3). A mí verdad tamién me gusta desir

Andamos de mudanza y en una carpeta he encontrado esta joya que di por perdida hace tiempo. Es una carta del siglo XIX escrita en Liverpool por un capitán de la marina mercante a su armador. El original está en el archivo de Lekeitio.

"Llebrepul, 5 de mayo de 1868.

Señores Singines y la Compañía:

Muy señor nuestro: con fecha que te pasao antes escribo ustedes carta largo con manifestasión de las averias gordos que amos tomao en viage; cuando amos salido de rreñida de Farloviento para este puerto que agora estamos en el día; ustedes no me contestas de como aramos el arreglamiento de averia gordo con el protestasión que amos hecho delante del escribano.

Algunas mentiras ya te amos puesto por dispensa del interés general de interesados que te interesan ensima de la bordo y consecuensias serán punestas si no me contestas ustedes y mandas las pólisas de aseguramiento y un esplicasión tremiñante del manera de meter un poco el mano para sacarte sueldos y alimentasión de nosotros.

Piensándome estoy por los motivos que te estás ustedes callando ni desir de este modo ó de la otro y acabate de reventar de una ves sin andar chilidin panchalán, como las mugeres.

Un fliete hermosa tenemos entre las manos y no puedemos cojer por las sircunstansias que se ha dicho. Yo no se que piensamientos tienen ustedes. A mí verdad tamién me gusta desir. Cuando le mandan diñero entonses ya escribes. Agora que tienen ustedes que arriar, callar el boca y si no, diga ustedes una cosa que el otro ensima del tribunal no irá y después no vengas ustedes con las cochambrerias que te acostumbras.

La Código está tremiñante con todos los errasones que tenemos nosotros.

Aqui tienes agora todas las averias que tenemos. La molinete, arremientas y un ancla perdido, y el tamién si, pugon se llevo mar con los lapicos y sastarras hecho todo. Un golpe de mar te limpias cubierta en toldilla de sotavientos pues quedas preseas grasias el promesa que amos hecho Virgiña Santísima, nos salvas de la peligrosidad; grasias al Divino Señor que nos sacas salvamiento con solo desgrasia del piloto, que sa disyuntao un pie y le amos empapelao con unas tablas que amos quitao del botalon de arrespeto que unicamente se dejó ensima del cubierta.

Escribete pronto una errespuesta tremiñante y no te andes con los guiris.

Resibe usted los respetuosos manos de su atentisimo Jose Julian Crusitabenito y Goycoechea".

Benditas mudanzas.

miércoles, 12 de marzo de 2008

Tiempos de héroes

Es una de esas historias de Paco. La lees, tan buena y tan redonda, y terminas satisfecho, contento de encontrar esas cosas buenas en la vida, con la leve sensación de que estás en el lado correcto. Pero después de leerla la historia sigue ahí, dando vueltas en la cabeza. Ha quedado algún grumo que se atasca un poco, algo extraño que no termina de disolverse y que te obliga a releer la historia sin saber muy bien por qué.

En la segunda relectura, me han saltado a la vista estas palabras: “los que se tienen por buenos”. Glups.

Mudanza (2). Pies de foto

Andamos de mudanzas y llego a una conclusión satisfactoria: ya sé para qué sirven todos esos recortes, papeles y cachivaches almacenados tanto tiempo en carpetas, cajas de zapatos y cajones, todos esos objetos y documentos que permanecen ocultos durante largas temporadas, que no pintan nada en nuestra vida y sólo afloran cuando hacemos mudanzas. Pues para eso sirven precisamente: para aliviar y divertir las pesadas mudanzas.

Cuando uno lleva varias horas metiendo cosas en cajas y desenterrando carpetas del estrato paleozoico de un armario, de pronto se encuentra con una colección de tonterías que no había visto desde el último traslado. Y entonces la mudanza se convierte en una especie de búsqueda del tesoro: por aquí y por allá aparecen algunos objetos que encienden nostalgias, otros a los que cuesta encontrarles ningún sentido ni ningún encaje en la propia biografía y otros que dan mucha risa. Dentro de poco caerán en el fondo de alguna caja y ahí seguirán hasta la próxima mudanza, cuando las descubriré otra vez con renovado entusiasmo.

Entre los que dan mucha risa, encontré una vieja recopilación de gazapos y noticias tontas. Procuro no publicar en este blog entradas que sólo digan "mira qué cosa tan cachonda he descubierto por ahí", pero esta vez no lo puedo evitar.

Por ahora os regalo tres pies de foto gloriosos. Si no se leen bien, pinchad y veréis qué maravilla.



lunes, 10 de marzo de 2008

Mudanza (1). Póngame medio metro de libros de Asia

Andamos de mudanza y una de las consecuencias es que por fin puedo juntar casi todos mis libros, que hasta ahora andaban desperdigados en diversas estanterías y cajas en un radio de 450 kilómetros. Dejaré los libros menos interesantes, los tochos monumentales y las colecciones de revistas en casa de mis padres y podré juntar todos los demás en una sola biblioteca. Pero se me plantea una duda: ¿cómo los organizo?

Aquí va la narrativa española y la hispanoamericana, luego los estadounidenses, los rusos, los europeos... Los libros en euskera. Los libros grandotes de fotos. Los tintines, los astérix y los cómics. Los de vespas (una buena colección, ¡y todos regalados!). Los de ciclismo. La ciencia ficción. Los de periodismo, los diccionarios, los casados, grijelmórum y similares...

La mayor parte la ocupan los libros de viajes: literatura, reportajes y guías de muchas regiones del planeta. Empiezo a agruparlos según un criterio geográfico: los libros de tema europeo, los africanos, los norteamericanos, los sudamericanos...; después, una zona aparte para los libros españoles, y otra más para los vascos. Pero saco de una caja los libros de Kapuscinski y me niego a desperdigarlos por la biblioteca según los continentes de los que traten: está claro que deben ir todos juntos. Y los de Thubron y los de Leguineche y los de Noteboom... Esos también deben ir agrupados por autor. ¿Cómo hago, entonces?

¿Y dónde pongo a Steinbeck? Junto a los libros de viajes norteamericanos no estaría nada mal. ¿Lo separo, entonces, de la narrativa estadounidense? ¿Y los libros de Chéjov con consejos para escritores y periodistas? ¿Los pongo con los rusos o con los de periodismo? ¿Y Josep Pla? Me gustan tanto su Viaje a pie y su Viaje en autobús, que me gustaría incluirlo en las baldas viajeras. Pero son libros de bolsillo y tampoco puedo ponerlos entre otros muy grandes, aunque sean de tema parecido, para mantener un poco de orden y geometría. No me aclaro.

Lo primero que vendió Francis en la librería Metrópolis fue un libro rosa. Un abuelo le pidió consejo para regalarle un libro a su nieta.

-¿Qué edad tiene?
-Siete años.
-¿Le gusta leer?
-No.
-¿Y qué gustos tiene?
-No sé... el color rosa.

Y compró un libro rosa.

En estos días de criterios bibliotecarios extraños, me veo como aquel abuelo. Ando un poco perdido en la zona central de una balda, buscando alguna transición entre los autores y temas que vienen de un lado y los que vienen del otro. Y maldigo a Bill Bryson por no haber escrito un libro africano. Me habría venido de perlas.

PD: Espera, espera, acabo de leer El antropólogo inocente, de Nigel Barley, el divertidísimo relato de un antropólogo que pasa dos años con una tribu camerunesa. ¡El enlace perfecto entre África y Bryson!

PD2: Orientadme. ¿Cómo ordenáis vuestros libros, si es que lo hacéis?

sábado, 8 de marzo de 2008

Tuertos o ciegos

Para completar los textos de ayer y los comentarios que surgieron después, traigo unas palabras que escribió Solzhenytsin en la introducción de Archipiélago Gulag:

"Gracias a un inesperado giro de nuestra historia, afloró a la luz una parte de este Archipiélago, una porción insignificantemente pequeña. Los mismos puños que nos habían puesto los grilletes ahora buscaban la reconciliación abriendo las palmas: <<¡No conviene recordar! ¡No hay que revolver el pasado! ¡A quien recuerde lo pasado que le arranquen un ojo!>>. Pero el proverbio termina diciendo: <<¡Y al que lo olvide que le arranquen los dos!>>".

viernes, 7 de marzo de 2008

Perdón y justicia

Comemos en la mesa de un parque de Port Augusta (Australia del Sur), cuando una abuela aborigen se acerca gritando: “Bienvenidos a mi país”. Subraya el posesivo. Es una señora rechoncha muy negra, de pelo rizado, con la nariz aplastada y ese vozarrón vitriólico tan característico de los aborígenes. Se viste con zapatillas deportivas, pantalón de chándal, jersey azul de lana y un pañuelo blanco en la cabeza. Le invitamos a comer salchichas y a cambio decide contarnos su historia. Se llama Joy Schmerl y habla inglés sin problemas, aunque su lengua materna es el luridja.

-Yo no nací en un hospital. Nací en el desierto de Simpson -despliega nuestro mapa del outback y pasea la mano por una enorme región vacía-. Mi madre murió y me criaron con leche de camella. Estudié en Oodnadatta, una aldea del desierto, después me adoptaron unos blancos de Adelaida y viví con ellos en la ciudad.

Su historia trae el recuerdo de la Generación Robada. Entre 1880 y 1960, las autoridades australianas secuestraron a cien mil niños aborígenes para educarlos a la europea. Los funcionarios llegaban a las aldeas del desierto, metían a los niños en camionetas y se los llevaban a la ciudad. Sin explicaciones. Muchos australianos blancos no consideraban humanos a los aborígenes: lo máximo que se podía hacer por los habitantes de esta raza miserable era “intentar incorporarlos al rango más bajo de la sociedad civilizada”, según uno de los promotores de los secuestros de niños. “Los aborígenes no tienen sentimientos como nosotros”, explicaba el inspector James Isell a sus agentes. “Hacen aspavientos, gritan y lloran cuando nos llevamos a los niños, pero enseguida se olvidan y siguen su vida normal”. A los niños les decían que sus padres habían muerto o que ya no los querían; luego utilizaban a las chicas para el servicio doméstico y a los chicos como mano de obra para el campo. Estas atrocidades no se hicieron públicas hasta 1997.

Joy Schmerl toma nuestra armónica y toca una canción. Le quiero sacar una foto, pero entonces deja de soplar y se gira para esconderse. Pido perdón, me da la mano y sigue tocando. Luego deja la armónica y canta canciones de misa, una tras otra. Cada vez que dice “Jesús”, mira al cielo y extiende las palmas.

-Soy católica -confiesa a media sonrisa-. Cuando le canto a Dios, mis pecados salen por la espalda y el diablo se va corriendo. Porque el Diablo siempre está por aquí, aunque no lo veamos. ¿Conocéis los Pokemon, esos muñecos para los niños? Son 150 muñecos y tienen todos los nombres del Diablo.

A partir de aquí nos habla en torrente, de Noé, de Abraham, de Moisés, del éxodo de los judíos. De pronto se calla, respira hondo y suelta una retahíla:

-Aser, Zabulón, Neftalí, Isacar, Manasés, Dan, Efraím, Benjamín, Gad, Rubén, Judá y Simeón -después de recitar las doce tribus de Israel, se queda en silencio y nos mira con una sonrisa de orgullo. Luego Joy remata su conclusión-. Quiero estudiar Teología.

A los postres, nos dedica varios consejos.

-Estoy muy contenta de haberos conocido, porque venís de lejos, de la tierra de Jesús y de la Biblia. Ahora somos amigos y debéis escucharme, porque yo conozco el desierto -se le aceleran los pulsos, habla en tono histérico, gesticula y a veces grita-. Por favor, no entréis al desierto... ¡Maldito desierto! ¡Es la tierra de los hombres muertos! Al menos comprad unas medias de señora para la furgoneta, os lo ruego. Comprad unas medias y proteged con ellas el filtro de aire, porque si no el polvo y la arena os lo cegarán, griparéis el motor, os quedaréis tirados en el desierto y moriréis. Os lo pido por el amor de Dios: quizá un ángel os esté hablando por mi boca -se gira para mirarme-, quizá es tu madre quien habla por mi boca y te avisa para que tengas cuidado.

En nuestro mapa del outback aparece el dibujo de un águila, aquila audax, y Joy la señala con el dedo:

-Es la reina del desierto, el símbolo de nuestro pueblo. Si morís en el desierto, os encontrarán porque verán que el águila vuela en círculos sobre vuestros cadáveres. Pero basta con que uno de vosotros sea cristiano, eso os salvará a todos.

Reza para que tengamos un buen viaje. Nos da sus señas para que le escribamos, nos abraza y al final me susurra al oído:

-Si quieres, puedes sacarme una foto con tus amigos.

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El pasado 13 de febrero, el Gobierno australiano pidió perdón oficialmente a los aborígenes por las injusticias que se cometieron contra ellos en el pasado. En especial, a los aborígenes de la Generación Robada.

Se extiende esta costumbre de pedir perdón por las injusticias pasadas. La intención parece elogiable pero ¿puede pedir perdón el nieto en nombre del abuelo? ¿Y puede conceder el perdón el nieto de la víctima? ¿Qué derecho tiene el nieto de una víctima a hacer responsable de la injusticia al nieto del verdugo? Yo diría que ninguno.

Estos actos de petición de perdón histórico sólo son un poco de pirotecnia sentimental si no dan algunos pasos más: deben fijar la verdad completa de los hechos, deben reconocer el sufrimiento causado a las víctimas y deben reparar las injusticias que persistan hoy en día.

Hoy en día los aborígenes viven 17 años menos que el resto de los australianos. Padecen unas tasas disparadas de paro, alcoholismo, enfermedades, encarcelamiento, suicidios...

El Gobierno no atribuye ninguna culpa del genocidio aborigen a la generación actual de australianos. Con la petición de perdón pretende "reestablecer el respeto" y anuncia que después pondrá en marcha nuevos proyectos para paliar los gravísimos problemas de los aborígenes. Algunas asociaciones de aborígenes piden una indemnización de 594 millones de euros por las injusticias históricas. El Gobierno rechaza la petición pero se compromete a trabajar más para que mejoren los servicios sociales y la educación. Ahí se juegan el valor real de su petición de perdón.

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"La única manera de pedir perdón a las víctimas es hacer justicia". Son palabras de Hatidza Mehmedovic, presidenta de las Madres de Srebrenica, donde 8.200 varones fueron asesinados en julio de 1995.

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La única manera de pedir perdón a las víctimas es hacer justicia. Algún día los vascos tendremos que enfrentarnos a este asunto del perdón. Y no valdrá ningún perdón que no haga justicia con los asesinos de Isaías Carrasco.
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PD: recomiendo este texto de Eresfea. Bastan los hechos.

jueves, 6 de marzo de 2008

Argumentario



Saqué la foto durante Vespaña, en mayo de 2006, en algún punto de la ría de Arosa. Si os cuesta leerlo, pinchad sobre la foto y se ampliará.

miércoles, 5 de marzo de 2008

Aquellos esquiadores revientanabos


Esta foto cumple hoy cien años. Son los primeros esquiadores vascos, en una excursión por Lekunberri el 5 de marzo de 1908 (entre ellos hay un noruego: el único que lleva guantes).

En 1906, el noruego Hafdan Mustad Heyerdahl se subió a una bici en San Sebastián y salió pedaleando en busca de un terreno que estuviera al borde de la carretera nacional y junto a un río. Lo encontró en Tolosa. Allí se levantó en 1907 una fábrica de la empresa Mustad, que vendía tornillos, clavos y anzuelos por toda Europa.

Los ingenieros y los técnicos noruegos que vinieron a Tolosa traían consigo los esquís. A finales de enero de 1908 cayó una nevada y Aimond Enebok, Albert Amundsen, Emil Pettersen, Bernt Topp y Hafdan Tollerud salieron del pueblo a buscar una rampa para hacer saltos. Un libro noruego de 1952, escrito por Jacob Vaage, lo relata así:

"Al lado de un caserío hicieron un trampolín y comenzaron a saltar. Los caseros vascos nunca habían visto semejante locura y se divirtieron mucho viendo saltar a los noruegos. Pero ocurrió que Bernt Topp sufrió una aparatosa caída, y metió un esquí y un brazo dentro de la nieve hasta la tierra sembrada. Los nabos salieron por el aire y un casero se enfureció. ¡Aquellos noruegos estropeaban su huerta! Les prohibió continuar los saltos y les mandó salir. Así terminó la primera exhibición de saltos de esquí en Tolosa".

A finales de febrero cayó otra nevada y el 2 de marzo los tolosarras Isaac López Mendizábal y José Eizaguirre salieron a esquiar por primera vez, dirigidos por Aimond Enebok. Tres días más tarde se les unieron otros tres amigos. Y estos son los que aparecen en la foto. De izquierda a derecha, Policarpo Elósegui (bisabuelo de nuestro amigo Luze), el noruego Aimond Enebok, Genaro Ruiz de Arcaute, José Eizaguirre, Ramón Irazusta e Isaac López Mendizábal.
En febrero de 1909 se fundó el Ski Club Tolosano y unos días después catorce de sus miembros participaron en un concurso internacional de saltos en la estación pirenaica de Eaux-Bonnes. El noruego Gustav Aas consiguió el segundo puesto y recibió un telegrama de felicitación del rey Alfonso XIII. El club desapareció en 1960.

***
Para celebrar el centenario del esquí vasco, una cuadrilla de tolosarras ha organizado varios actos.

-5 de marzo, a las 20.00, en el Ayuntamiento de Tolosa: "La historia del esquí vasco", por Francisco Tuduri, historiador, y Jesús María Azurza, antiguo socio del Ski Club.

-6 de marzo, a las 20.00, en el Ayuntamiento de Tolosa: "El esquí hoy en día", mesa redonda con Josu Iztueta (participante en expediciones de esquí), Mikel Troitiño (especialista en snow board), Joseba Ormazabal (campeón vasco de esquí) e Isabel Dumall (múltiple campeona de España de esquí de fondo y de triatlón blanco), moderada por el periodista Aitor Elduaien.

-7 de marzo, a las 21.00, en el hotel Ayestarán de Lekunberri: cena y encuentro de esquiadores de todas las épocas. Convocatoria abierta hasta 150 personas.

lunes, 3 de marzo de 2008

La blogosfera efervescente

Otras dos grandes noticias en la blogosfera:

1. Hace un mes hablábamos aquí de Paco, el mejor profesor de Periodismo que conozco y un artista pronunciando la palabra BOBO y machacando deltoides ajenos. A partir de ahora, podremos leerle en su nuevo blog: Vagón-bar.

2. No tuve la suerte de que Miguel Ángel Jimeno (MAJ) me diera clase, pero también he aprendido mucho de él. Durante su etapa como director de la revista Nuestro Tiempo se convirtió en mi editor-director favorito. Cuando escribo un reportaje, siempre peco de incontinencia y me acaban saliendo textos mucho más largos de lo pactado. Con Miguel Ángel ni siquiera pactábamos nada: yo me enrollaba todo lo que me salía de las narices y él acababa encajando el reportaje en la revista. El año pasado, al hilo de Vespaña, quedamos en que escribiría un reportaje con cuatro rutas por España. Cuando llevaba dos, le mandé un mensaje apurado: oye, MAJ, que sólo he escrito la mitad y ya llevo ocho folios. ¿Qué hago? ¿Corto? Pero me da pena cortar: ¿no podríamos dejarlo en dos rutas, y menciono las otras dos sólo de pasada? Miguel Ángel me respondió que escribiera todas las páginas que me diera la gana, con una sola -pero exigente- condición: que fueran buenas.


Esa actitud me venía fenomenal -porque así colocaba todas mis morcillas de punta a cabo- y a la vez me admiraba. Yo le hablaba a Miguel Ángel del miedo que tienen las revistas a los textos largos, de su obsesión por trocearlos y ofrecerlos en muchos recuadros y despieces, todo bien masticadito. Muchos editores parecen convencidos de que ya nadie es capaz de leer más de una página de tirón. Y publican revistas para hojear. Pero Miguel Ángel, a contracorriente, dirigía una revista que siempre ha sido y sigue siendo... para leer. Una cosa extraña, sí.

Miguel Ángel no sólo tiene fe en los lectores, sino que también la tiene en la prensa. Otra cosa extraña. Por eso, junto con Txema Díaz Dorronsoro, acaba de poner en marcha un blog titulado La buena prensa, en el que mostrarán ejemplos de periodismo excelente. Es fácil cazar errores, denunciar chapuzas y escandalizarse con las manipulaciones y los tejemanejes de la prensa, ya hay bastantes blogs que lo hacen -algunos muy trabajados y muy interesantes-; pero resulta mucho más difícil y más interesante recoger los aciertos, analizar las razones de esos aciertos y convencernos de esa frase con aires andresmontesianos que luce como subtítulo del blog: "Porque todos los días se publican páginas de buen periodismo".

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