miércoles, 5 de diciembre de 2007

Conversar

Nadie reparte juego en las conversaciones como nuestro amigo Antonio, la persona más atenta que conozco. Es el Guardiola de las mesas multitudinarias. Cuando hay alguien nuevo, recién llegado o que apenas conoce al resto del grupo, Antonio siempre anda atento para que no quede fuera de la conversación, se interesa por él, le pregunta, le da bola para que participe. A veces se da cuenta de que la charla va muy lanzada por terrenos que todos conocen muy bien menos la persona recién llegada y entonces aprovecha una pausa para balbucear un par de palabras ("bueno..., entonces...") y, zas, pega un pase de cuarenta metros y cambia la conversación hasta el otro lado del campo, para que la bola llegue a la persona menos integrada del grupo.

A veces esos cambios de Antonio pillan por sorpresa a todos los demás y nos partimos de risa. Un suponer: una larga conversación entre padres sobre las consultas con el pediatra se interrumpe con un balbuceo de Antonio ("bueno..., entonces..."), un giro de cuello hacia la persona que está callada desde hace diez minutos y una pregunta como "entonces, ¿son muy duras las pruebas físicas para ser guardia municipal?".

También nos reímos con el legendario juego de las sillas de Antonio: en una comida multitudinaria, a partir del segundo plato empieza a cambiarse de sitio en la mesa, se va de una punta a otra, para charlar con los de aquí y los de allá. Nos reímos, él se ríe, pero consigue romper los grupitos y que todos acabemos hablando con todos. La palabra conversar viene del latín "vivir en compañía". En eso nadie es más hábil que Antonio.

Visito a menudo la casa de Antonio y Ester (y los pequeños Juan y Fátima). Incluso la he okupado durante días y semanas. A veces me da un poco de apuro presentarme allí o quedarme a dormir: es una casa con dos niños pequeños, con sus horarios de baños y cenas, con las lloreras de rigor y el silencio cuando por fin duermen, son un padre y una madre agotados después de un día con mucho ajetreo en casa y en el trabajo. Pero es una familia de hospitalidad beduina. La última vez que dormí en Pamplona, Antonio me invitó por mail con estas palabras: "Ven siempre que quieras. Nos gusta salir de nuestras conversaciones".

14 comentarios:

Unknown dijo...

AMI es un privilegio.

Anónimo dijo...

Que nostalgia de pronto de esas tardes de bizcocho, cafe y jamon en la Rochapea...

Anónimo dijo...

más gente de ese tipo hace falta...

IMANOL dijo...

En estos tiempos en que la gente habla, habla...y no escucha, personas así son una joya.

gusiluz75 dijo...

Y a mí que se me saltan las lágrimas... si es que no puede ser... soy como la película "Nacida pa´llorá"

Nahum dijo...

La broma que tenemos Javi Serrano y yo sobre él: su regate corto característica es el "bueno, entonces, ¿cuál es el tema?".

"Más bueno que'l pan
este amigo Antoine".

Miguel Carvajal dijo...

Retrato clavado. Qué gran hallazgo: el Guardiola de las mesas multitudinarias. Siempre hace sentirse a uno protagonista cuando es él quien da el pase magistral que te deja sólo ante el portero. Es de los mejores escuchadores que conozco y además reparte bola. Qué tío. Lo de los cambios de silla es verdad. Me parto. Qué grande. Dale un abrazo de mi parte cuando le veas otra vez.

J. dijo...

Abrazos a retratante y retratado.

eresfea dijo...

Antonio en ascensión al Carmelo.

Anónimo dijo...

Yo lo que más recuerdo de Antonio es el primer día que nos dio clase en la Facultad sustituyendo al profesor titular de una asignatura. Creo que nadie antes había visto a alguien tan singular, y por eso lo mirábamos y lo mirábamos sin saber muy bien si hacerle sufrir por su inocencia o abrazarle por la misma. En su segunda mirada a la plantea perdónporsabersobreesteruso creo que ya todos saldríamos en su defensa fuera quien fuera quien lo atacara.

mòmo dijo...

Yo tambièn me confieso okupa de esa casa. No conozco la hospitalidad beduina, pero no creo que logre superar la de Antonio y Ester (y Juan y Fàtima). !Menudo retrato has hecho!

Anónimo dijo...

Copio a los de ahí arriba: un abrazo enorme para el retratado. El "bueno,entonces..." le hace grande. Yo y otros siempre recordamos con cariño su firma: "Suyo, Antonio". Y con él nos quedamos para siempre. Un gran retrato, muy entrañable.

Ander Izagirre dijo...

Por algo le eligen padrino de tantas promociones. ¡Aupa Antonio! Y no he conseguido ni una mala foto suya para ilustrar este texto. Otra señal.

(¡Ah, ya sé cuál voy a poner...!)

Anónimo dijo...

Mi promoción es una de tantas que le tiene de padrino. Nunca hubo tanta unanimidad en la clase como el día que lo elegimos.

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