Admiro a personas como Josetxo Mayor, Javier Etxepare o Xabier Cabezón. Han escogido un pedacito de este mundo y dedican sus esfuerzos, su tiempo y a veces hasta su dinero para cuidarlo, mimarlo, protegerlo. Trabajan en silencio, tratan de arreglar los abandonos o los destrozos que hieren sus pequeños territorios, se afanan por prepararlos para que otros visitantes y caminantes puedan disfrutarlos. En vez de quejarse, madrugan y se echan al monte con una azada, una hoz o un gps. Ninguno espera a que llegue una subvención para moverse.
Me fascina ese empeño generoso y callado, ese amor por el mundo. Josetxo Mayor lleva veinte años subiendo al monte Ulía para limpiar los viejos caminos y abrir nuevos. Allí está todos los días del año -salvo el primero de cada mes, ya explicaré el motivo-, de siete a diez de la mañana, llueva, nieve o truene. Javier Etxepare ha construido más de doscientas fuentes en las montañas de Álava, para que los cazadores, los seteros y los excursionistas nunca pasen sed. Y Xabier Cabezón lleva más de 30 años rastreando los rincones remotos del valle de Leitzarán y los documentos más polvorientos para recuperar la historia de sus minas, ferrerías, molinos, trenes y puentes, y para intentar frenar los destrozos que se están comiendo medio milenio de historia guipuzcoana.
Xabier ha descubierto ruinas de las que no se acordaba nadie, como las vías de un tren minero o unas bocaminas y unas galerías borradas de la historia, ha dibujado planos de las viejas ferrerías, ha escrito informes exhaustivos sobre los restos desperdigados por el valle. Y mantiene una página web que es la Biblia del Leitzarán, en la que ofrece toda esa información y muchas sugerencias para paseos y visitas. Por si fuera poco, hace un par de semanas también puso en marcha un blog sobre el Leitzarán.
En el blog repite una vieja denuncia que nadie atiende: hace un año, la empresa propietaria de una central eléctrica destrozó la ferrería de Plazaola, una de las más antiguas del valle (aparece en documentos de 1415 y para entonces ya llevaba tiempo funcionando) y la mejor conservada hasta entonces. La ferrería está protegida por la ley (es zona de presunción arqueológica). Xabier informó del destrozo a la sociedad de ciencias Aranzadi y después pasaron el aviso al departamento de Cultura de la Diputación de Guipúzcoa. La Diputación no ha respondido ni ha movido un dedo. Un año más tarde, la ferrería sigue destrozada y medio sepultada por las excavadoras de la empresa hidroeléctrica.
El verano pasado escribí un reportaje sobre Xabier y la memoria en derribo del Leitzarán, que podéis leer aquí. En la foto aparece Xabier con su hijo Unai, que sigue los pasos de su padre y pronto nos ayudará en un pequeño reportaje para la tele. Posan ante uno de los muros de la ferrería de Plazaola que quedan en pie, devorados por la vegetación como una ruina camboyana.
6 comentarios:
¡Has hecho que me salgan los colores!
Afortunadamente, existe esa posible continuidad generacional en Unai.
Lamed Wufniks. Así los llama Borges en el Libro de los seres imaginarios. Son doce hombres justos que, sin saberlo, sostienen la existencia de la humanidad.
Ander, cómo me gusta eso de "Guardianes del mundo". Ahí hay heroísmo cotidiano.
¡Lamed Wufniks! Creo que me has dado el título para el libro. No he leído ese libro de Borges, pero lo apunto ya.
Leo por ahí:
"Hay en la tierra, y hubo siempre, treinta y seis hombres rectos cuya misión es justificar el mundo ante Dios. Son los Lamed Wufniks. No se conocen entre sí y son muy pobres. Si un hombre llega al conocimiento de que es un Lamed Wufnik muere inmediatamente y hay otro, acaso en otra región del planeta, que toma su lugar. Constituyen, sin sospecharlo, los secretos pilares del universo. Si no fuera por ellos Dios aniquilaría al género humano. Son nuestros salvadores y no lo saben.
Esta mística creencia de los judíos ha sido expuesta por Max Brod.
La remota raíz puede buscarse en el capítulo dieciocho del Génesis, donde el Señor declara que no destruirá la ciudad de Sodoma, si en ella hubiere diez hombres justos.
Los árabes tienen un personaje análogo, los Kuth.
Libro:Borges, J. L. y Guerrero, Margarita: El libro de los seres imaginarios".
"Héroes de lo cotidiano". Me gusta y mucho.
Qué grande, Xabier Cabezón. Entregado al valle por completo. Qué capacidad de almacenar tesón y renovar ilusión todos los días. Estos hombres sí que funcionan con energías renovables, pero de las de dentro. Impresionante.
Lo de los ferrones me recuerda a las 'Matxinadas', las primeras y más importantes revueltas forales (y sociales) que condicionaron irremediablemente la historia de Gipuzkoa y Bizkaia. Y ahí están, deshaciéndose los testigos de las ferrerías. Y a propósito.
Ya había visitado alguna vez la Biblia del Leitzarán para hacer alguna consulta y me sobrecogió la cantidad de datos que había sobre el valle.
Leí también la historia de Josetxo Mayor. De hecho, fue la primera entrada de este blog y luego se esfumó.
Sólo me queda mandar algo de aliento y ánimo a Xabier Cabezón y al resto del equipo de los "Guardianes del mundo".
Estos sí que son underground. Fenómenos. Y tu también que los encuentras, anderground.
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