miércoles, 23 de abril de 2008

Noches silvestres

Tengo un criterio para medir si un año ha sido mejor o peor: el número de noches dormidas en tienda de campaña, en la furgoneta o al raso. Cuantas más noches silvestres, mejor año.

Fotos: 1) Despertar en Vespaña, en aquel gran 2006 con más de cuarenta acampadas. 2) Desayuno bufet en la furgoneta, hace un par de semanas.

Este año promete veinte o treinta acampadas como mínimo. Buena señal.




6 comentarios:

J. dijo...

El vasco (y muy feliz) errante.

Anónimo dijo...

Un criterio muy acertado, sí señor. Por cierto, ahora que sacas el tema de la acampada libre, ¿no ha venido nunca a despertarte la Guardia Civil? ¿Hay manga ancha al respecto o son muy estrictos? Imagino que no será la primera vez que te lo preguntan ;)

Ander Izagirre dijo...

Xavier, nunca he tenido un despertar con tricornio, debe de ser toda una experiencia. Pero el mundo es grande y está lleno de rinconcitos agradables y discretos, donde no molestas a nadie ni nadie te molesta. Es mucho más fácil de lo que parece.

Sólo me han despertado y me han hecho plegar los bártulos tres o cuatro veces. En la primera noche del viaje a los sótanos del mundo, las ocho personas del grupo dormíamos en un parque de San Francisco (EEUU) cuando nos despertó un policía. El hombre se acercó con mucha precaución, nos enfocó a las caras con una linterna y se llevó un buen susto cuando Luze (un leitzarra de casi dos metros) se le acercó a hablarle sin que se diera cuenta. El hombre pegó un salto... En el formulario de entrada a los Estados Unidos todos habíamos escrito que íbamos a dormir en el Basque Hotel. Desde entonces, las acampadas por libre pasaron a llamarse "Basque Hotel".

Otra vez, dos policías noruegos nos despertaron a Josema y a mí cuando dormíamos en la parte trasera de un hipermercado de Svolvaer (en las islas Lofoten). Nos dijeron que debíamos salir del límite municipal. Salimos y dormimos bajo el alero de una casona. Por la mañana apareció un hombre muy amable, nos preguntó de dónde éramos, si habíamos dormido bien y nos invitó a entrar: era el salón del reino de los testigos de Jehová de Svolvaer.

¿Ves, qué batallitas? Los hoteles no dan para tanto.

Anónimo dijo...

Ambas batallitas tienen su gracia, pero la de los testigos de las Lofoten es para enmarcar, ¡tremenda!

Las pocas veces que he dormido al aire libre han sido haciendo vivac (es un decir) en el bosque en medio de alguna excursioncilla o una vez que bordée los fiordos noruegos en autocaravana, y tampoco he tenido nigún problema.

Más que nada te lo preguntaba por si la legislación que hay sobre el tema realmente se aplica, ya veo por lo que dices que no tengo que temer la visita de la Benémerita (o de los Mossos, la Ertzaintza, los municipales...)

Ander Izagirre dijo...

No sé si hay una legislación general sobre el asunto. Yo supongo que, salvo que te lo prohíban expresamente, tienes derecho a dormir donde sea. Basta con un poco de sentido común: no vas a poner la tienda de campaña en la playa de La Concha -como ya ha ocurrido alguna vez-, pero puedes dormir tranquilísimo en un prado junto a una aldea. En esos casos, procuro que los vecinos me vean y hablar un poco con ellos, para que nadie se mosquee.

Anónimo dijo...

¡¡¡Lofoten!!! Madre mía, eso sí que está al norte. Esta mañana he revisado un reportaje de Altaïr sobre ese rincón.
¡Qué resuelto, Ander! No es mala cuenta la de dormir al raso para ver qué tal ha ido el año. Mejor que puede ir. Yo también pensaba que te dirían algo.

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