El pasado enero, Josema y yo viajamos un par de semanas por Marruecos. El hecho de ser dos treintañeros con pintas un poco asilvestradas tenía la ventaja de que los viscosos vendedores de los zocos apenas nos daban la tabarra. Y el inconveniente de que un par de veces nos tomaron por pareja y nos ofrecieron una variada gama de propuestas (homo)sexuales (de pago).
Por eso, en vísperas de salir de nuevo hacia aquel país, destino de cierto turismo sexual, proclamo:
¡No todos los que vamos a Marruecos vamos a amar huecos!
Y así queda inaugurada "Logomaquias", una sección donde "el objeto principal son las propias palabras y no el fondo del asunto". O sea: tonterías a cascoporro. Qué le vamos a hacer.
(Esta vez vamos Víctor, Francis y yo, en mi furgoneta J5 de 17 años, un vehículo propio de albañiles atascados en el tiempo o de vendedores de melones, pero lujosamente equipado con tablas convertibles en mesa o en cama, con hornillo de gas, pucheros y cintas de Boney M. El Instituto Cervantes de Rabat programa un ciclo de cine en el que proyectarán Decir adiós, el cortometraje de Víctor, y con esa excusa nos vamos para trece días. Él lo explica aquí. Calculamos recorrer unos 4.500 kilómetros para ver una película de 18 minutos. ¡Qué grande es el cine! ¡Y qué largo!).
Por eso, en vísperas de salir de nuevo hacia aquel país, destino de cierto turismo sexual, proclamo:
¡No todos los que vamos a Marruecos vamos a amar huecos!
Y así queda inaugurada "Logomaquias", una sección donde "el objeto principal son las propias palabras y no el fondo del asunto". O sea: tonterías a cascoporro. Qué le vamos a hacer.
(Esta vez vamos Víctor, Francis y yo, en mi furgoneta J5 de 17 años, un vehículo propio de albañiles atascados en el tiempo o de vendedores de melones, pero lujosamente equipado con tablas convertibles en mesa o en cama, con hornillo de gas, pucheros y cintas de Boney M. El Instituto Cervantes de Rabat programa un ciclo de cine en el que proyectarán Decir adiós, el cortometraje de Víctor, y con esa excusa nos vamos para trece días. Él lo explica aquí. Calculamos recorrer unos 4.500 kilómetros para ver una película de 18 minutos. ¡Qué grande es el cine! ¡Y qué largo!).
(Estas fotos son del viaje marroquí de enero. Pinchen y vean. En las ruinas de la ciudad romana de Volúbilis (cerca de Fez) muestran una rueda de molino con la que trituraban las aceitunas hace dos mil años. Unas horas después de visitar las ruinas, encontramos a una familia marroquí trabajando con la misma tecnología. Eso es un invento, y no los sensores de lluvia en los limpiaparabrisas.
Nos acercamos a saludar y enseguida sacaron un plato de aceite y una hogaza para que mojáramos. Luego llenaron una botella de plástico con litro y medio de aceite, nos la dieron, quisimos pagarlo y se negaron en redondo. Les regalamos unas camisetas y unas zapatillas viejas. Prepararon una tortilla y nos la comimos acuclillados en corro, a siete manos. Nos acordamos mucho de Antonio).
3 comentarios:
Y luego hay quien hecha pestes de los marroquies. Cuanta incultura y que poco viaja la gente.
Me guardo la logomaquia fácil (y racista) que me ha sugerido Alvarhillo. Me la guardaré para no ser malinterpretado.
"Decir a Dios" tiene una pinta tremenda. Muy existencial y evangélico todo, ¿no?
Por cierto, para "Logomaquias", acudamos a los clásicos, por favor:
http://www.youtube.com/watch?v=5PXaxb-hMDI&mode=related&search=
¡Instituto Cervantes en Rabat!
El pasado mes de Septiembre el Instituto Cervantes de ESTAMBUL (a cuyo director conozco) organizó un ciclo de literatura: también podriais viajar con esos destinos.
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