lunes, 28 de julio de 2008

Farolillo triple


Este sufrido belga es Wim Vansevenant, último clasificado en el Tour de Francia con un retraso de 3 horas, 55 minutos y 45 segundos (como si hubiera pedaleado una etapa más que el vencedor Sastre). Lo retratan con el farolillo rojo, la lanterne rouge, la linterna que antiguamente portaba el último vagón de los trenes. Y lo extraordinario es que Vansevenant repite última posición en el Tour por tercer año consecutivo, una regularidad sólo al alcance de los campeones.

Y no lo digo de cachondeo. Vansevenant quizá inspire compasión, pobrecillo, siempre el último. Es cierto que sus cualidades no le permiten escalar puertos con los mejores, ni esprintar con los más veloces, ni rodar tan fuerte como los contrarrelojistas, ni siquiera participar en esas escapadas maratonianas en las que los secundarios se despellejan para conseguir un bingo que les cambie la vida. Vansevenant no juega a eso. Vansevenant se dedica a otra cosa: ayudar al jefe. Y en eso es un fuera de serie.

No olvidemos dos detalles evidentes: está en uno de los mejores equipos del mundo; y año tras año su líder Cadel Evans lo quiere en el grupo selecto que correrá el Tour para ayudarle. ¿Cómo ayuda? Eso es lo menos evidente.

Todos los líderes necesitan a varios Vansevenant que se desgasten por ellos en los lances menores de la carrera. En las etapas llanas, cuando el jefe marcha en una posición retrasada del pelotón y decide, por si acaso, subir a la parte delantera, puede hacer dos cosas: salirse a un costado del grupo y avanzar contra el viento, gastando fuerzas, o llamar a Vansevenant para que el viento se lo coma él. Vansevenant saldrá por un costado del pelotón y avanzará hasta alcanzar las posiciones de cabeza, donde dejará al líder cómodamente situado. Así el líder se ahorra un gramo de esfuerzo que luego lucirá en Alpe d'Huez o en alguna contrarreloj. En los finales veloces y angustiosos Vansevenant también deberá jugarse el tipo en curvas y rotondas, deberá meter el manillar en una jungla de manillares, ruedas y muslos, en una locura de bandazos, frenazos, gritos y pulsaciones a mil, para que el jefe pase los obstáculos sin apuros y en cabeza, no sea que una caída le deje cortado y pierda un tiempo precioso. Cuando el jefe y los compañeros tengan sed, Vansevenant dejará de pedalear, se descolgará del pelotón hasta que le alcance el coche del equipo, cargará ocho bidones de agua fresca en los bolsillos del maillot y en el cogote, pedaleará de nuevo para adelantar a todo el pelotón y repartirá la bebida entre los compañeros. Otro sofocón para Vansevenant. Al día siguiente le tocará ponerse en cabeza del pelotón y tirar a por una escapada peligrosa o marcar un ritmo fuerte para evitar las tentaciones de quienes planean fugarse. La misión de Vansevenant acabará al pie del puerto, reventado, y ya sólo le quedará sufrir descolgado hasta la meta. Y todavía peor si el líder pincha en algún momento crucial de la carrera. Si Vansevenant anda por allí, frenará, le dará su rueda, lo montará en la bici y correrá a pie para empujarle en la arrancada. Luego esperará a que llegue la asistencia con una rueda para él y pedaleará a muerte para no llegar fuera de control y para salir al día siguiente a currar de nuevo.

Gracias a su tercer farolillo rojo consecutivo, ha conseguido que los medios se fijen un poco en él y en ciclistas como él. ¡Aupa Vansevenup! Y no es nada fácil conseguir esta hazaña. Vansevenant fue último desde la 3ª etapa hasta la 19ª, farolillo rojo día tras día, mientras otros muchos se retiraban. Pero en la 19ª etapa se le coló Bernhard Eisel, que se colocó 42 segundos peor que él, cuando ya sólo quedaba un suspiro para llegar a París. En la contrarreloj del sábado, por suerte, Vansevenant recuperó la última plaza. Sus compañeros le tomaban el pelo: "Hace unos días le gastamos una broma", dice Mario Aerts. "Le engañamos diciéndole que Mathieu Sprick había acabado 18 minutos por detrás de él. Dijo que no le interesaba la última plaza, pero estaba muy nervioso hasta que comprobó la clasificación".

* * *
Los patrocinadores de Vansevenant merecen un comentario. Como veis en la camiseta, una marca es Lotto (una lotería belga) y la otra es una empresa farmacéutica que todos los años promociona un producto disinto. Este año toca Silence (un remedio contra los ronquidos), hace tiempo fue Davitamon-Lotto (supongo que alguna vitamina) pero mi favorito era el del año pasado, una genial combinación del azar y la incertidumbre: ¡Predictor-Lotto!

14 comentarios:

Anónimo dijo...

Bien visto, por tantos motivos. Y gracias otra vez.

Ander Izagirre dijo...

Hay muchas historias divertidas sobre los ciclistas que se peleaban por el último puesto. Hace muchos años, en el Giro de Italia el último clasificado lucía una maglia negra. El rey de la maglia nera era Luigi Malabrocca, ¡gran apellido!, que llegaba a esconderse para perder tiempo y llegar a meta descolgado. Hay que rastrear esta historia.

Hace años, casi en la época de Malabrocca, corrí una carrera de juveniles en Martutene en la que premiaban al último con un jamón. Llegaron dos ciclistas justo delante del coche escoba: Iñaki O., que corría en el mismo equipo que yo, y otro ciclista del Kaiku. Se plantaron en la última recta, haciendo equilibrios sobre la bici, mientras el público les jaleaba. Cuando les faltaban cinco metros para pisar la línea, Iñaki empujó del culo al otro y le hizo cruzar la meta por delante. Carcajada general. Al final, decidieron repartirse el premio: Iñaki recibió el jamón y se fue con el ciclista del Kaiku a buscar una carnicería en Martutene para repartírselo entre los dos.

Ander Izagirre dijo...

Los trucos de Malabrocca para quedar último:

http://www.gazzetta.it/Ciclismo/Primo_Piano/2006/10_Ottobre/02/malabrocca.shtml

He recordado que durante una época la última posición del Tour también era muy preciada porque al final de la carrera el farolillo rojo recibía buenas ofertas para correr criteriums (las carreritas-exhibiciones que se organizan en pequeños circuitos urbanos en verano, con la presencia de los ases del Tour).

Así que, en el fondo, el verdadero olvidado es el pobre penúltimo, que pasa las mismas miserias que el último y ni siquiera le hacen caso. Bueno, pues un aplauso para Bernhard Eisel, penúltimo del Tour 2008.

Minerva dijo...

Historias geniales. Como la de nuestros amigos montañistas que, para mostrar liderazgo, juegan picadas en trazos comprometidos de las montañas. Pregúntale a Eresfea.

Anónimo dijo...

Hola Ander:

Muy interesante apunte sobre el farolillo rojo. Iba a decir que el tipo es vanguardista en lo suyo, pero mejor será escribir que es retaguardista.

Utilizando html pongo el enlace a los trucos de Malabrocca. Es un poco latoso copiar en el navegador el enlace.

Cambiando de tercio, sigo con interés tus intervenciones en Amarauna (Euskadi Irratia) los sábados por la mañana.

Ciao, Zoetemelk

Unknown dijo...

La leche Ander. No termina uno de aprender cosas contigo.

Anónimo dijo...

Eres un crack

Ander Izagirre dijo...

Minerva, perdona la ignorancia: ¿qué es "jugar picadas"?

Ciao, Iturri, eta eskerrik asko. Oso baldarra naiz eta ez dut asmatzen komentarioetan html-a erabiltzen...

Miguel, Lorena, ¿todo bien en Reikiavik? ¿Sin terremotos, ni erupciones, ni maremotos, ni epidemias de piojos? Pronto publicaré un par de reportajes islandeses, os los enviaré.

Maj, tú sí que sí.

Anónimo dijo...

Como sé que no voy a alimentar el ego de Ander, lo cuento: esta mañana me han entrevistado en La Vanguardia sobre el blog que edito con Txema. Una de las frases del cuestionario era: Recomienda un blog. ¿Sólo uno? Sólo uno. Y ahí que he citado A topa tolondro. A decir verdad, he colocado otro sobre asuntos periodísticos que, de paso, os recomiendo: Apuntes con masaje (gabosama.blogspot.com). Ander, me parece que la interview sale el lunes... Abrazos, maestro de tantas cosas.

Ander Izagirre dijo...

¡Ostras, maj! Al ego he tenido que coserle la boca con grapas, porque vaya si se iba a alimentar... Te lo agradezco un montón. Vete pidiendo una bandeja de croquetas, que invita la casa.

Anónimo dijo...

Vansevenant es el más inteligente de todos. Porque ya se sabe que "los últimos serán los primeros" y que "el que ríe último ríe mejor". ¿Cómo se reirá uno en la cola del pelotón? Habría que preguntárselo a Marino Lejarreta.

Ander Izagirre dijo...

Marino iba siempre el último del pelotón y además llevaba la gorra con la visera para atrás. Así no se sabía si iba o venía.

Minerva dijo...

Ander: Jugar picadas es jugar carreras cortas (son espontáneas, tramposas y terminan cuando alguien dece el primer puesto).

Minerva dijo...

Quise decir, "cede".

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