Muchas regiones de la blogosfera parecen bañadas en vinagre, un ingrediente literario resultón, siempre excitante para los lectores. Y ahora que andamos con los propósitos del año nuevo, he decidido buscar algo con lo que cabrearme yo también, para darle un poco de lustre a este blog, porque un blog que no se queja, no se enfada, no protesta, no se indigna ni se escandaliza con pajas de ojos ajenos, ni es blog ni es na. Y ya puestos, como creo –o espero- que esto no se va a repetir mucho, voy a meterme con uno mucho más grande que yo: El País.
Me llama la atención la capacidad de algunos medios para encajar mundos tan distintos y preocupaciones tan opuestas: en una misma revista te ofrecen un brillante y estremecedor reportaje sobre los niños soldado de Sierra Leona y veinte páginas más allá te explican la mejor manera de servir un cóctel a los invitados junto a la piscina de tu chalé. El 31 de diciembre encontré en El País un ejemplo estupendo de cómo mostrar hondas preocupaciones sociales -¡el mundo está fatáh!- sin que esas inquietudes te amarguen el paladar ni te impidan disfrutar de francachelas, jolgorios y cuchipandas, que total esto son cuatro días, y dos lloviendo.
Me llama la atención la capacidad de algunos medios para encajar mundos tan distintos y preocupaciones tan opuestas: en una misma revista te ofrecen un brillante y estremecedor reportaje sobre los niños soldado de Sierra Leona y veinte páginas más allá te explican la mejor manera de servir un cóctel a los invitados junto a la piscina de tu chalé. El 31 de diciembre encontré en El País un ejemplo estupendo de cómo mostrar hondas preocupaciones sociales -¡el mundo está fatáh!- sin que esas inquietudes te amarguen el paladar ni te impidan disfrutar de francachelas, jolgorios y cuchipandas, que total esto son cuatro días, y dos lloviendo.
Desde que rediseñaron El País, en las contraportadas de este diario aparecen unas entrevistas tituladas “Almuerzo con…”. Son entrevistas normales y corrientes, que inciden más en la vertiente personal del entrevistado que en su faceta pública, y lo curioso es que siempre añaden un recuadro en el que se detalla lo que han zampado y pimplado el entrevistador y el entrevistado en algún restaurante de postín. También indican el importe de la comida. Como escribo avinagrado, no se me ocurren más que dos motivos para publicar ese recuadro exhibicionista: que el diario recaude unos dineritos a cambio de hacerles publicidad a los restaurantes o que los periodistas no se aguanten las ganas de fardar un poco y dar envidia a los lectores. Porque los menús que he visto hasta el momento (salvo en el caso de Óscar Pereiro: dos cafés, 2,20 euros) son de un pijerío que sólo aceptaríamos, ejem, si nos lo comiéramos nosotros mismos.
El 31 de diciembre entrevistaron a Pere Navarro, director de la Dirección General de Tráfico. Titular: “Vivimos en una apoteosis barroca del consumo”. Cáspita. Por la foto (Navarro sostiene en su mano derecha un calçot, una cebolla alargada y fláccida, pasada a la plancha, colgante sobre su boca abierta) podría parecer que él está a favor de esa apoteosis barroca. Pero un pequeño texto destacado aclara su opinión: “El director de la DGT aboga por una sociedad con menos prisas y más austera”. La austeridad, dice Navarro, es un valor que le transmitieron en su infancia y que ya no se lleva. Él mismo confirma esa sentencia con el menú que se zamparon: “Restaurante Casa Jorge, Madrid. Rovellons: 15 euros. Caracoles a la Llauna: 8,20. Pan con anchoas: 10,80. Calçots: 30. Botella de vino Cune: 12,95. Cafés: 6,30. Total: 89 euros con iva”. Ya no se lleva la austeridad, Pere, no se lleva.
Hoy entrevistan a Bernard Pivot, autor del Diccionario del amante del vino, quien plantea, según el entrevistador, “preguntas de esas que no te dejan dormir tranquilo: ¿por qué los ingleses, que no tienen vino, inventaron el sacacorchos? ¿Por qué el patrón de los vendimiadores franceses es español, el diácono zaragozano San Vicente?”. Inquietantes cuestiones, desde luego. Dignas de una contraportada. En este caso, el entrevistador y el entrevistado comieron un menú de 144,30 euros. Pero han tenido la delicadeza de no pedirnos austeridad a los demás, como hizo Pere Navarro, a quien podríamos aplicar una versión de sus campañas de tráfico: Pere, majetón, no podemos ser austeros por ti.
Me acuerdo de E., para quien la increíble abundancia de tipos de yogures es un síntoma de que vivimos en una sociedad decadente. Me voy a tomar otro de soja con vinagre.
11 comentarios:
Austerízate, anderiza.
Fuerte abrazo (y barroco). Feliz año.
Tienes razón, aunque tenía su gracia el día que entrevistaron a Marcelino Camacho, que el menú fué "dos cafes con leche y magdalenas, cortesía de la esposa de Marcelino" ese sí que fué austero.
Seguro que los menús son más sencillos en el canódromo, J.
Y un punto para Marcelino y su señora, por sacarle magdalenas al periodista.
(Por cierto, pobre periodista, tiene que ser una faena que te toque hacer una de esas entrevistas y que el entrevistado prefiera un café con magdalenas en vez de un menú de 150 ecus).
Otra práctica cada vez más habitual en el periodismo es asistir a ruedas de prensa y convocatorias cuyo principal atractivo es el desayuno o la comida de lujo que te dan.
Por diossss! Hace poco me quedé flipada cuando una ONG muy importante me llama y me pregunta si voy a su rueda de prensa. Les digo que no podré, pero que me manden la información y luego ya hablo con alguien. Y van y me sueltan: hombre, la rueda no te la puedes perder, que habrá desayuno.
'Pues guárdamelo en un tupper que lo recogeré en la próxima', le contesté. Mejor me rio no sea que me dé por llorar...
(Con todos mis respetos a esta ONG, que realmente la admiro mucho!)
ea, bon any (feliz año) a todos! Silvia
Aquí hubo empacho de anderiza, mira tú por dónde. Y no salió muy caro porque imprimí lo que me pidieron con letra de hormiga. Se habló de Plomo en los bolsillos -mis primos lo promocionan entre sus amigos-, de Bahamontes, de la furgoneta de Belén y de los Sótanos del planeta. Y mi abuelo os invita a Francis y a ti cuando queráis.
¿144,30 euros por un par de desayunos?, ¿sólo? Seguro que fueron galletas maría, de las doradas, y colacao.
No podemos conducir por tí, nos estamos gastando la pasta recaudatoria de los radares en calçots y caracoles a la llauna.
Evidentemente, el blog gana con el vinagre. Dale, dale ;) Llevaba yo un tiempo leyendo esos recuadros sin saber qué hacer con ellos. Y era esto.
Hombre, ya tenía yo claro que el blog ganaba con vinagre. Que de eso yo entiendo un rato. Si lo sabré.
Yo tenía hace ya tiempo cachondeo con mi compañera de trabajo, y todos los días revisábamos a ver que se habían zampado los entrevistados-entrevistadores de turno. Yo estaba convencido de que eso no son desayunos.
Hoy, Hamachi (impulso irrefenable de hacer la gracieta y escribir Amatxi) crudo con salsa de coco y fruta, ensalada tibia de patatas y queso de cabra, agua mineral, vino somontano y capuchino. Sesenta y cinco eureles. Se trata de Jirí Kylián. Y lo mejor es el comienzo: "No suele almorzar, sobre todo porque recuerda con nostalgia las comidas de su tierra, la actual República Checa (...). Así QUE HACE UNA EXCEPCIÓN y elige un restaurante de moda en La Haya". Ajá. Qué gran esfuerzo, me imagino a la periodista ahí insistiéndole al hombre, "que no, que no quiero almorzar en ese garito".
Hola Ander, con respecto al tema de las relaciones de Alicante con Argelia, esta mañana paseando por la red he encontrado esta curiosa entrada
http://www.alicantevivo.org/2007/05/alicante-en-el-recuerdo-92-les-fogueres.html
Tiene su gracia.
Qué curioso, Alvarhillo, y qué pena que se haya perdido esa relación cercana entre Orán y Alicante.
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