La foto es de AFP.
Al taekwondista cubano Matos lo han suspendido de por vida por este intercambio de opiniones con el árbitro. Me parece una decisión correcta, porque el pobre árbitro podía haberse quedado para sorber purés con pajita el resto de sus días. Eso sí, reconozco que Matos practica una violencia muy elegante: veo la patada y me dan ganas de puntuársela.
La escena me hace pensar en la variedad de riesgos que sufren los jueces olímpicos. Imagino al árbitro de boxeo, con las carnes tiernas a base de crochets y uppercuts. O al juez de tiro con arco, que acaba de sancionar a un arquero y ve cómo el tío va poniendo morros de leopardo mientras le apunta con la flecha al entrecejo. O al de tiro con carabina, al que le tiemblan las piernas cada vez que emite una advertencia a los competidores. Ostras, que van todos armados...
Quizá me atrevería a ser árbitro de ping pong: podrían tirarme la pala a la cabeza, pero confiaría en que los perdedores se desahogaran con un inofensivo pelotazo. Si fuera juez de trampolín, cada vez que diera una puntuación baja me acordaría de los piratas que pasan por la plancha a sus víctimas. Me asustaría otorgar un simple ocho a las gimnastas: la imaginación no me alcanza para todas las perrerías que podrían hacerme esas contorsionistas furiosas con sus mazas y sus cintas diabólicas. ¿Y una entrenadora rusa? Me aterran las entrenadoras rusas.
Entre todos mis terrores arbitrales, hay uno que se me aparece en forma de pesadillas: me veo levantando un banderín rojo para declarar nulo el último intento de un kazajo lanzador de jabalina Glups.
Al taekwondista cubano Matos lo han suspendido de por vida por este intercambio de opiniones con el árbitro. Me parece una decisión correcta, porque el pobre árbitro podía haberse quedado para sorber purés con pajita el resto de sus días. Eso sí, reconozco que Matos practica una violencia muy elegante: veo la patada y me dan ganas de puntuársela.
La escena me hace pensar en la variedad de riesgos que sufren los jueces olímpicos. Imagino al árbitro de boxeo, con las carnes tiernas a base de crochets y uppercuts. O al juez de tiro con arco, que acaba de sancionar a un arquero y ve cómo el tío va poniendo morros de leopardo mientras le apunta con la flecha al entrecejo. O al de tiro con carabina, al que le tiemblan las piernas cada vez que emite una advertencia a los competidores. Ostras, que van todos armados...
Quizá me atrevería a ser árbitro de ping pong: podrían tirarme la pala a la cabeza, pero confiaría en que los perdedores se desahogaran con un inofensivo pelotazo. Si fuera juez de trampolín, cada vez que diera una puntuación baja me acordaría de los piratas que pasan por la plancha a sus víctimas. Me asustaría otorgar un simple ocho a las gimnastas: la imaginación no me alcanza para todas las perrerías que podrían hacerme esas contorsionistas furiosas con sus mazas y sus cintas diabólicas. ¿Y una entrenadora rusa? Me aterran las entrenadoras rusas.
Entre todos mis terrores arbitrales, hay uno que se me aparece en forma de pesadillas: me veo levantando un banderín rojo para declarar nulo el último intento de un kazajo lanzador de jabalina Glups.
7 comentarios:
Sí, sí. Y el dinero que tendrá que pagar el árbitro de tiro al plato...
Yo no me atrevería a ser juez en una competición de levantamiento de piedra. Siempre veo la misma escena :
Perurena (insigne harrijasotzaile)levantando 300 kilos o así: ¡Aumpfh!
Sergio: Levantamiento nulo... pero no te enfades.
Perurena: Bueno, vale, sin rencor. Pero hazme un favor, la vuelvo a levantar y me coges de debajo una monedita que creo que se me ha caído.
Sergio: Bueno ... eh... vale...
PD En mis pesadillas adolescentes, veía a las lanzadoras de peso de los paises del Este amenazándome con sus cuchillas de afeitar.
¡A mí los lanzadores de martillo me dan pavor!
Los lanzadores de martillo dan mucho miedo, efectivamente. Pero más aún los clavos de las zapatillas de los corredores de velocidad. Imaginaos un plantillazo de Usaín Bolt.
Leo que Fidel Castro justifica la patada y culpa a la mafia de los malos resultados cubanos en las Olimpiadas. Éste sí que da miedo.
¿Has visto cómo publica esto hoy (27 de agosto) el Abc?
Busco en la edición digital de ABC y no encuentro nada, Paco.
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