miércoles, 3 de diciembre de 2008

Patrias

Hoy copio este fragmento de Los sótanos del mundo:

"Aquel chacal moribundo de los orígenes de Yibuti, una versión miserable de la loba romana, murió de hambre de la misma manera en que hoy mueren demasiados yibutíes. Los nómadas, que llevan su patria en la planta de los pies, se las arreglan para malvivir en el puro desierto, a la sombra de una acacia solitaria o en una tienda de ramas y pieles, con una decena de cabras y un par de camellos. Su destino pende de las nubes: necesitan alguna lluvia ocasional que renueve los pozos. Muchas mujeres de las aldeas caminan un par de horas bajo el sol hasta el pozo más cercano, cargan a sus espaldas bidones de veinte litros y regresan. Los náufragos de la ciudad, a su vez, se apelotonan en estos suburbios, donde la porquería de las calles apesta y las familias con una decena de hijos consagran el día a su único objetivo: escarbar en la desolación en busca de algo para comer, una batalla desesperante que se reanuda todos los días. Los adultos distraen el hambre mascando hojas de kat. Los bebés mueren deshidratados por las diarreas. En el país más tórrido del mundo los niños y las cabras se disputan el agua en las mismas latas oxidadas.

Uno de cada siete niños muere en sus primeros años de vida. Un adulto de 50 años está ya desdentado, tuerto o cojo, es un anciano con los días contados. La esperanza de vida para los hombres se planta en los 49,01 años, con el retintín de ese 0,01 que recuerda a una condena: 49 años y un día. En las listas que miden el bienestar de las naciones, Yibuti siempre merodea el farolillo rojo.

Sin embargo, en el paseo me acompaña una nube de niños alegres. Entre sus risas se cuela una estadística que taladra las sienes: dos o tres de ellos morirán antes de crecer metro y medio. Una vacuna lo evitaría por cuatro duros. Los adultos -analfabetos, esqueléticos, mutilados- se acercan a chocarme los cinco y sacan una sonrisa de piano. Son todo muñones: cicatrices de las minas o de infecciones cortadas por lo sano. Ellos, al menos, son los orgullosos supervivientes que aún podrán vivir los cinco o diez años más que les promete la estadística. Un niño flaco y espabilado arrebata la cáscara de mango que chupaba una cabra y la apura a lengüetazos.

En mi patria, según decimos, somos los que mejor comemos del mundo. Comemos en abundancia y con pausa. Entre los aperitivos y el primer plato, algunos tienen tiempo para convencerse de que la patria es mérito. En los postres se brinda y solemos cantar.

Quien viaja tiene que intentar hacerse daño. Yo, al menos, tengo que viajar para que los orgullos de mi tierra me duelan como es necesario".

12 comentarios:

Anónimo dijo...

Y si te quedas te mueres del asco

Ángel Ruiz dijo...

Gracias por el texto: ayuda a ir al fondo de las cosas, ahora que van a empezar otra vez con la retahila de los lugares comunes.

Anónimo dijo...

"...para que los orgullos de mi tierra me duelan como es necesario". ¡Toma! Es que no hay mejor manera de explicarlo... Y no quedan dudas para entenderlo.

alvarhillo dijo...

Hoy el día es más triste. Hoy el día nos duele a muchos.
Un abrazo.

Anónimo dijo...

Brillante extracto y muy adecuado.

Mientras asesinatos como el de hoy nos sigan removiendo las tripas, no estará todo perdido.

Un saludo.

Nahum dijo...

De la rabia inmensa de hoy a la paráfrasis. Se podría coger cada línea y trazar un triste paralelismo.

Permite, Ander, que te recoja y me invente las últimas frases de un párrafo:

"Los bebés mueren deshidratados por las diarreas. En el país más tórrido del mundo los niños y las cabras se disputan el agua en las mismas latas oxidadas; y en uno de los rincones más prósperos de Europa, los salvapatrias y sus cómplices se disputan la sangre en las mismas mentes enfermas de odio. Los ancianos mueren acribillados en las cunetas".

La esperanza de vida para los hombres libres que quieran disentir es incierta.

Anónimo dijo...

Gracias, Ander.

Anónimo dijo...

Perdón,. se me ha olvidado firmar. La emoción...
Soy Bea

Unknown dijo...

Gracias.

Anónimo dijo...

Y así es.

Anónimo dijo...

Los "sotanos del mundo"... y sí, cuántos y qué variados.

Da gusto leerte, Ander. Y he entendido algo más sobre el orgullo.

Alberto, comparto también tu pensamiento.

Anónimo dijo...

Nos vemos en Durango!

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